Así considero la que, pienso, es la realidad constante en la mente de cada persona. Un cúmulo de presiones nos intentan devorar cada día y podemos responder de dos maneras: Bestial, empleando la fuerza, los gritos, la ira, el enojo o incluso una pelea para poder defender lo indefendible, o dos, obsesiva, poniendo nuestros pensamientos y esfuerzos en una cosa intrascendente que va en contra de todo aquéllo que solemos predicar pero que, en cierto momento, logró introducirse en nuestro subconsciente pervirtiendo nuestro dogma de vida y atacando a todo aquéllo que considerábamos sublime. A pesar de que el inicio de este post suena como desahogo de adolescente sin amor, la realidad es que poco a poco le he ido dando forma en mi cabeza a unas cuantas hipótesis de convivencia humana que, de poder entenderlas, podrían servirnos para cometer menos errores e intentar mejorar nuestro entendimiento del individuo de enfrente no como un igual, sino como un universo complejo que simplemente se rige por las mismas leyes mentales que nosotros. Mi primer propuesta, a fuerza de que alguien pueda refutarme lo que digo, es observar un caso hipotético muy sencillo. Pensemos en un individuo que es muy caballeroso y cada vez que su novia está a punto de subir al auto se apresura a abrirle la puerta, pensaremos, con justa razón, que cualquier mujer (normal) agradecerá el gesto y pensará que es tierno y caballeroso el muchacho con el cual está saliendo. Así pues, el joven lo sigue haciendo por meses y, necesariamente, después de un tiempo la mujer dejará de notar que es una acción de caballerosidad y simplemente se limitará a subir al auto sin agradecer. Pasando un tiempo aún más considerable, la mujer dejará incluso de notar el gesto y lo considerará algo que es responsabilidad del muchacho que lo hace, todo esto desde un punto de vista subconsciente por supuesto. Si el muchacho deja de tener este detalle con su novia por, digamos, tres días consecutivos, inmediatamente la mujer se sentirá aludida y, en ese u otro momento, necesariamente recriminará al individuo: "Es que ya ni siquiera me abres la puerta...." bla bla bla. Bueno, pensemos en un caso totalmente contrario, un muchacho, llamémosle muchacho B para no confundir, jamás fue educado en las artes de la caballerosidad, por lo que nunca abre ni cierra la puerta de ningún lugar a la novia que lo acompaña, la mujer evidentemente, como nunca ha estado acostumbrado a hacerlo, será muy difícil que pueda reclamarle al muchacho B su falta de caballerosidad. Pero si por algún motivo, en una epifanía de buenos modales, el individuo B decide abrirle la puerta a dicha mujer en una que otra ocasión muy eventual seguramente dirá: "Aaah me abrió la puerta, es un gran sujeto, que galante". Y estoy seguro que será mucho más apreciado por esas contadas veces que el individuo que lo hizo durante meses y falló durante unos cuantos días. Apliquemos este criterio a cualquier otro ejemplo, un individuo que diario lleva flores y otro que solo lo hace muy de vez en cuando, alguien que se preocupa por una persona y otro que solo lo hace cuando no tiene nada que hacer, etc.
Basado en esto es que me atrevo a afirmar que, para un ser humano, las acciones positivas no son realmente preciadas sino cuando son efectuadas muy de vez en cuando, y en el momento en que a un idiota se le hacen costumbre los detalles y cosas que no cualquier individuo haría, todas esas cosas pasan a ser parte de algo necesario e indispensable, ya no apreciable, pero sí obligatorio. Por el momento no tengo tiempo de seguir pero espero poder seguir publicando por este medio otras ideas que, espero, alguien pueda compartir o refutar ya que el debate y diálogo es la sazón de mi vida.
martes, 24 de febrero de 2009
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2 comentarios:
Las acciones positivas que se realizan de vez en cuando son más apreciadas, sí, pero por la inteligencia emocional, de manera impulsiva y poco refelexionada.
El amor que puedas irradiar a diario, a lo mejor pasa más desapercibido en el momento, pero como en una carrera de fondo, ganará finalmente. Y el enfado inicial del incumplimiento pasará tan rápido como vino....
Ojalá así sea y creo que en el fondo es algo muy cierto, mi breve vida aún no me permite ver que es lo que realmente pasará con cada acción que he realizado, confío en la justa reciprocidad jajaj, gracias por el comentario.
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