Siempre que platico con personas acerca de música o literatura soy considerado, en una primera instancia, una persona cerrada y prejuiciosa. No lo niego, pero creo que sería prudente hacer una apología, no socrática pero sí apología, sobre mis razones para poder tener ciertos criterios al momento de aproximarme a cualquiera de las dos artes que más disfruto (la literatura y la creación musical).
Cuando era niño tenía, como todo muchachito pueril y baboso, preferencia por literatura de escaso valor técnico y por música que simplemente no sabría como llamar. Nunca he considerado que haya caído en pecados capitales, léase consumir Bestsellers y llamarlos "obras de arte" o escuchar happy punk y decir que tienen más mérito técnico que un jazzista, pero ciertamente mis gustos han ido evolucionando, mas no refinando, considero que hablar de un refinamiento ya implica cierta dosis de estupidez y snobismo en nuestra apreciación personal al considerarnos más "finos" por consumir cierto tipo de cosas, para poder apreciar las cosas más allá del simple deleite. Recuerdo que hace unos años pensaba en una metáfora para explicar este punto: Cuando una persona no conoce absolutamente nada sobre vinos, cualquier botella (o incluso garrafa) será lo suficientemente buena como para considerarla óptima para el paladar, y así podría ir uno por la vida pensando que cualquier sabor es igual sin contraste entre la cepa o el lugar de origen de la botella consumida. Sin embargo, cuando comienzan a notarse las sutilezas en la prueba, justo en ese momento es cuando podrá comenzarse a hacer una crítica mucho más audaz y argumentativa para, de esa manera, al encontrar una botella de buena cosecha, con una combinación de uvas perfectamente equilibrada, y demás condiciones que permiten que un vino sea considerado excelente, ya no será apreciado solamente por su exorbitante precio o la crítica que los demás han hecho de él sino que, ahora, podrá saborearse un universo exquisito de toques delicados y diferenciadores que sin el previo adiestramiento del paladar nunca se hubiera logrado alcanzar. Este aparente desequilibrado ejemplo simplemente quiere poner de manifiesto la necesidad de conocer para apreciar. Los mayores placeres de la vida normalmente implican un esfuerzo de nuestra parte y aún y cuando yo me considero partidario de pensar que éstos se encuentran en los más comunes detalles, también es cierto que no podemos pensar que lo más hermoso será apreciado de tal manera si antes no tenemos un rango para compararlo.
Y justamente en ese punto estaba pensando cuando me referí a que no es un refinamiento cuando los gustos de una persona se vuelven más selectivos, realmente siento que el mismo gusto que tenía cuando niño es el que ahora tengo cuando leo un libro o escucho una sinfonía, la gran diferencia es que mi rango de comparación se ha vuelto grande como para poder discernir entre lo sublime y lo pedestre. Y con ello no quiero decir que soy el juez de lo bien hecho y lo mal hecho, todo lo contrario; discernir entre aquéllo que está elaborado con facilidad y pensado para que las personas con el mínimo conocimiento técnico y con la menor sensibilidad pueda apreciarlo y aquéllo que el autor elabora para poder externar sus sentimientos de manera hermosa y, así, poder compartir la voluptuosidad de su visión de vida a través de una obra de arte es simplemente el punto de partida para acercarnos a lo más hermoso que existe en este mundo. Mi aproximación a la música clásica es reciente, puedo decir que en comparación a muchas personas que conozco, desgraciadamente pocas en persona, soy un neófito intentando adiestrar el oído a diferenciar interpretaciones y visiones. En la literatura tengo más tiempo y, aún así, puedo afirmar que tendría que releer cada semana todo lo que he leído en mi vida para poder ir agregando cada conocimiento nuevo que obtengo de mis maestros y, muchas veces, de personas con las que converso, a mi visión literaria y así poder encontrar más detalles que, tal vez, en el momento en que leí la obra no pude apreciar. Ha pasado ya tiempo desde que Stephen King y la Guía para la Vida de Bart Simpson dejaron de ser mis objetos de culto literarios, ya van años desde que mi conocimiento musical pasó de los Backstreet Boys y Lenny Kravitz, pero no seré como aquellas personas que dicen: -Ah, esas porquerías me gustaban porque era un niño idiota pero ahora soy lo máximo y puedo decir que lo detesto-, ciertamente puedo disfrutar aún leyendo a King o escuchando un solo de guitarra de Kravitz, pero la gran diferencia es mi apreciación hacia ello. Mi deleite no me hace pensar que es un manjar, así como reconozco que no es lo mismo tomar una Coca Cola a una botella de Pinot Noir del Rioja cosecha 1998, no es lo mismo, pero disfruto de ambas bebidas. Y creo que eso es algo que deberíamos comenzar a notar, está bien consumir Harry Potter, Crepúsculo, y demás libros que seguramente están siendo escritos al mismo tiempo que yo tecleo estas palabras y que dentro de unos años serán los nuevos fenómenos literarios y fuente de ingresos estilo Santo Grial para las editoriales. Está bien, es agradable consumirlo, así como es agradable escuchar a Avril Lavigne o a Katy Perry (personalmente me permito escucharlas de vez en cuando con un gusto enorme) pero debemos saber que no es un manjar, que hay deleites que sólo pueden alcanzarse más allá de una apreciación primera que nos indique que es lo mejor que podamos llegar a apreciar en nuestra vida. Para mí, y esto es una visión personal, me ha llenado los ojos de lágrimas escuchar La Mer de Debussy mientras imagino un mar sentimental y retrato la visión de un francés en la montaña componiendo dicha obra, me he sorprendido leyendo a Homero y darme cuenta que desde hace ya muchos siglos existían personas que podían retratar su realidad con tanta belleza, y así podría seguir citando ejemplos pero ya me alargué mucho. Ojalá cada vez más podemos llegar a apreciar la sutileza de lo sublime y lo importante que puede llegar a ser nuestro juicio.
sábado, 28 de febrero de 2009
martes, 24 de febrero de 2009
Bestial y obsesivo
Así considero la que, pienso, es la realidad constante en la mente de cada persona. Un cúmulo de presiones nos intentan devorar cada día y podemos responder de dos maneras: Bestial, empleando la fuerza, los gritos, la ira, el enojo o incluso una pelea para poder defender lo indefendible, o dos, obsesiva, poniendo nuestros pensamientos y esfuerzos en una cosa intrascendente que va en contra de todo aquéllo que solemos predicar pero que, en cierto momento, logró introducirse en nuestro subconsciente pervirtiendo nuestro dogma de vida y atacando a todo aquéllo que considerábamos sublime. A pesar de que el inicio de este post suena como desahogo de adolescente sin amor, la realidad es que poco a poco le he ido dando forma en mi cabeza a unas cuantas hipótesis de convivencia humana que, de poder entenderlas, podrían servirnos para cometer menos errores e intentar mejorar nuestro entendimiento del individuo de enfrente no como un igual, sino como un universo complejo que simplemente se rige por las mismas leyes mentales que nosotros. Mi primer propuesta, a fuerza de que alguien pueda refutarme lo que digo, es observar un caso hipotético muy sencillo. Pensemos en un individuo que es muy caballeroso y cada vez que su novia está a punto de subir al auto se apresura a abrirle la puerta, pensaremos, con justa razón, que cualquier mujer (normal) agradecerá el gesto y pensará que es tierno y caballeroso el muchacho con el cual está saliendo. Así pues, el joven lo sigue haciendo por meses y, necesariamente, después de un tiempo la mujer dejará de notar que es una acción de caballerosidad y simplemente se limitará a subir al auto sin agradecer. Pasando un tiempo aún más considerable, la mujer dejará incluso de notar el gesto y lo considerará algo que es responsabilidad del muchacho que lo hace, todo esto desde un punto de vista subconsciente por supuesto. Si el muchacho deja de tener este detalle con su novia por, digamos, tres días consecutivos, inmediatamente la mujer se sentirá aludida y, en ese u otro momento, necesariamente recriminará al individuo: "Es que ya ni siquiera me abres la puerta...." bla bla bla. Bueno, pensemos en un caso totalmente contrario, un muchacho, llamémosle muchacho B para no confundir, jamás fue educado en las artes de la caballerosidad, por lo que nunca abre ni cierra la puerta de ningún lugar a la novia que lo acompaña, la mujer evidentemente, como nunca ha estado acostumbrado a hacerlo, será muy difícil que pueda reclamarle al muchacho B su falta de caballerosidad. Pero si por algún motivo, en una epifanía de buenos modales, el individuo B decide abrirle la puerta a dicha mujer en una que otra ocasión muy eventual seguramente dirá: "Aaah me abrió la puerta, es un gran sujeto, que galante". Y estoy seguro que será mucho más apreciado por esas contadas veces que el individuo que lo hizo durante meses y falló durante unos cuantos días. Apliquemos este criterio a cualquier otro ejemplo, un individuo que diario lleva flores y otro que solo lo hace muy de vez en cuando, alguien que se preocupa por una persona y otro que solo lo hace cuando no tiene nada que hacer, etc.
Basado en esto es que me atrevo a afirmar que, para un ser humano, las acciones positivas no son realmente preciadas sino cuando son efectuadas muy de vez en cuando, y en el momento en que a un idiota se le hacen costumbre los detalles y cosas que no cualquier individuo haría, todas esas cosas pasan a ser parte de algo necesario e indispensable, ya no apreciable, pero sí obligatorio. Por el momento no tengo tiempo de seguir pero espero poder seguir publicando por este medio otras ideas que, espero, alguien pueda compartir o refutar ya que el debate y diálogo es la sazón de mi vida.
Basado en esto es que me atrevo a afirmar que, para un ser humano, las acciones positivas no son realmente preciadas sino cuando son efectuadas muy de vez en cuando, y en el momento en que a un idiota se le hacen costumbre los detalles y cosas que no cualquier individuo haría, todas esas cosas pasan a ser parte de algo necesario e indispensable, ya no apreciable, pero sí obligatorio. Por el momento no tengo tiempo de seguir pero espero poder seguir publicando por este medio otras ideas que, espero, alguien pueda compartir o refutar ya que el debate y diálogo es la sazón de mi vida.
viernes, 13 de febrero de 2009
Poniendo a los atonales en su atonal lugar...
Hace unos meses me dediqué a buscar información sobre la personalidad de Phillip Glass, individuo al cual desprecio como deben despreciarse los pretenciosos arpegiosos que sólo saben elaborar música con acordes de C, D y, a lo mucho, de G de séptima, empecé a recopilar datos sobre muchos lugares en dónde había estudiado y, parece ser, a pesar de que nuestros oídos nos convenzan de lo contrario, que el muchacho era un virtuoso y tiene muchos estudios. Sólo escuchaba elogios hacia el despeinado y miope, en todos los sentidos en que puede tomarse tan aclarecedora palabra, músico norteamericano, parecía que el Soundtrack de "The Hours" era la mayor creación de música académica en la historia de la humanidad, por lo menos, para la gran mayoría de la gente. En mi búsqueda de repente me topé con un blog, saludos Mr. Lombreeze, en el cual pude ver que no estaba solo en el universo en mi poco aprecio hacia la música complaciente y de fácil elaboración del creador de "Einstein On The Beach". Eso fue un empujón para la elaboración de este post, que será una crítica, como la mayoría de las cosas que hago en mi vida, hacia los músicos contemporáneos que se han encargado de terminar de alejar al pueblo de un arte tan maravilloso como puede llegar a ser la música clásica. No sé en que momento, bueno, sí sé pero no entiendo por qué, llegamos al punto en que un idiota manoteando en un piano puede llegar a considerarse "un gran artista". Y en ese aspecto no hablo de Glass, el sólo es un minimalista que complace a las masas con sonidos iguales en violín, piano y cualquier instrumento que use, repitiendo acordes hasta el hartazgo incrementando el volumen de su interpretación para darle "caché y espectacularidad" a su música. Glass es criticable, pero los demás individuos que tienen esa tendencia a hacer porquerías, léase Schonberg, Berg, el mil veces risible John Cage, Reich y así podría seguir toda la noche, tómese en cuenta que no me refiero a toda la obra de los mencionados sino a porquerías como el Pierrot Lunaire y la celebérrima 4´33´´, son un ataque frontal y directo hacia el respeto por el la música y el arte en general.
No me imagino al amadísimo Ludwig van escuchando que muchos de ellos lo mentan como fuente de inspiración, yo creo que incluso llegaría a los tribunales para que estos muchachos se retractaran de tan horrible aseveración, o a Franz Liszt viendo a Cage metiéndole mil porquerías al piano para incrementar las posibilidades. Hasta el día de hoy aún no he conocido a alguien que me diga que disfruta escuchando ese tipo de porquerías y, partiendo de ahí, se puede notar que el objetivo de la música, deleitar por medio de la expresión de sentimientos de manera bella o, al menos, esa es mi concepción sobre ello, ya se está yendo directamente a la basura. Lo único que agradezco es que siguen existiendo maravillosos intérpretes y directores de música clásica que intentan resaltar la belleza de este género con interpretaciones llenas de pasión y con un toque personal que hace parezca que las estamos escuchando por primera vez, Barenboim en el piano y dirigiendo, Anna Netrebko como una soprano espectacular, Gustavo Dudamel sacando el orgullo latinoamericano con su disco Fiesta y haciendo una interpretación de la 5ta de Mahler que es ahora de mis favoritas, Anne Sophie Mutter, Lang Lang interpretando a Chopin, aunque obviamente en gustos se rompen géneros, y así podría continuar por horas horas y horas. Seamos sincero gente que comparte el planeta con un servidor, ¿Realmente puede compararse lo que sentimos cuando escuchamos una sinfonía de Shostakovich a cuando escuchamos una pieza para piano y voz de Cage? ¿Realmente podemos afirmar que lo que intentó cambiar Debussy, Beethoven, Mahler o, incluso, llegando hasta Bach, es algo que está totalmente agotado? ¿Podemos sentirnos tan maravillosos como para pensar que necesitamos destrozar los cánones porque ya todo está dicho y no podemos hacer más con el método convencional? En mi humilde opinión, el talento se ha acabado y se ha disfrazado de estudios variados, esfuerzo académico pero con una pasión y un espíritu totalmente perdido.
No me imagino al amadísimo Ludwig van escuchando que muchos de ellos lo mentan como fuente de inspiración, yo creo que incluso llegaría a los tribunales para que estos muchachos se retractaran de tan horrible aseveración, o a Franz Liszt viendo a Cage metiéndole mil porquerías al piano para incrementar las posibilidades. Hasta el día de hoy aún no he conocido a alguien que me diga que disfruta escuchando ese tipo de porquerías y, partiendo de ahí, se puede notar que el objetivo de la música, deleitar por medio de la expresión de sentimientos de manera bella o, al menos, esa es mi concepción sobre ello, ya se está yendo directamente a la basura. Lo único que agradezco es que siguen existiendo maravillosos intérpretes y directores de música clásica que intentan resaltar la belleza de este género con interpretaciones llenas de pasión y con un toque personal que hace parezca que las estamos escuchando por primera vez, Barenboim en el piano y dirigiendo, Anna Netrebko como una soprano espectacular, Gustavo Dudamel sacando el orgullo latinoamericano con su disco Fiesta y haciendo una interpretación de la 5ta de Mahler que es ahora de mis favoritas, Anne Sophie Mutter, Lang Lang interpretando a Chopin, aunque obviamente en gustos se rompen géneros, y así podría continuar por horas horas y horas. Seamos sincero gente que comparte el planeta con un servidor, ¿Realmente puede compararse lo que sentimos cuando escuchamos una sinfonía de Shostakovich a cuando escuchamos una pieza para piano y voz de Cage? ¿Realmente podemos afirmar que lo que intentó cambiar Debussy, Beethoven, Mahler o, incluso, llegando hasta Bach, es algo que está totalmente agotado? ¿Podemos sentirnos tan maravillosos como para pensar que necesitamos destrozar los cánones porque ya todo está dicho y no podemos hacer más con el método convencional? En mi humilde opinión, el talento se ha acabado y se ha disfrazado de estudios variados, esfuerzo académico pero con una pasión y un espíritu totalmente perdido.
jueves, 12 de febrero de 2009
Salve Carlus Darwinus Rex Scientificorum (a través de una anécdota de Mendel jeje)
A pesar de que la mayoría de los detalles de mi vida son desconocidos, incluso, para las personas que más trato tienen conmigo, una de las fascetas que más se esconde de mi pasado y que incluso contadísimos, diría, más bien, que nadie con quien aún tenga una relación cercana puede jactarse de saberlo, ya que el olvido ha entrado en funciones a mi corta edad y hace que los detalles de mi niñez ya no sean mencionados dado que han pasado a ser anécdotas que pocas veces se hacen presentes, es que en algún momento de mi paso por la educación primaria tuve una obsesión por la biología. Suena extraño o incluso triste, sí, como muchas otras cosas, pero recuerdo perfectamente que cuando era niño me fascinaba hablar sobre los científicos, enfocados especialmente en biología y ciencias genómicas, y que en cuanto conocí a dos personas me resultaron totalmente maravillosas. Anton von Leewenhoek (espero escribirlo bien ya que no suelo googlear los detalles que no recuerdo para ser más eficaz en mis posts, ahí recide el hecho de que varias veces se puedan encontrar errores en la relación de datos jeje) el llamado padre de los microscopios, era un muchacho hijo de talladores de vidrios para reloj entonces se aficionó porque seguramente su vida era muy aburrida, y el otro, destacado en mi panteón de ídolos juveniles, fue el muchachón llamado Gregor Johann Mendel, mi máximo ejemplo a seguir. Mendel era un monjecillo bastante ocioso que a falta de mayor devoción y al haber leído la mayoría de los libros de su monasterio, imaginemos que al señor le gustaba leer mucho suponiendo que terminas con el acervo de unos monjes ladrones que tienen miles de incunables, decidió ponerse a analizar los chícaros (sic) que se encontraban en el jardín del lugar. Pasaron años y a Mendel se le ocurrió empezar a cruzar diferentes clases de chícharos, para mí todos son iguales pero bueno, sí, hay diferentes clases, para ver como iba cambiando conforme las cruzas se volvían más y más locas. Sus estudios generaron una completísima observación sobre las leyes de la herencia que podían tomarse para casi cualquier organismo, pero pues era un monje que no iba, por supuesto, a publicar sus estudios ni nada por el estilo, así que al morir toda esa información se perdió durante mucho tiempo hasta que unos muchachos científicos empezaron a estudiar más "científicamente" la genética y justo antes de llegar a conclusiones dieron, según recuerdo la historia aunque por supuesto no soy muy fiable, con los documentos de Mendel dándose cuenta de que todos sus estudios y más ya habían sido descifrados por un monje décadas antes. Pues bueno, para no hacer el cuento largo ahora se le considera El Padre de la Genética (sí, con mayúsculas) y sus estudios siguen vigentes aún como base de los estudios y avances genómicos y genéticos. Sí, un monje jardinero ocioso. No sé si yo era un ser extraño pero esa historia me apasionó tanto que incluso comencé a comprar muchos libros de Mendel y demás cosas raras para un muchacho inverbe de mi edad. Pero bueno, la fiebre por Mendel (¡Viva!) en cierto momento me llevó al padre, ya no sólo de la genética, sino de LA BIOLOGÍA. El seleccionador natural Charles Darwin quien el día de hoy cumple 200 años de su nacimiento. Hablé tanto sobre Mendel para ejemplificar como una persona insignificante puede lograr tanto cuando tiene astucia, inteligencia y piensa en asuntos y detalles aparentemente inútiles que puedan ilustrar puntos que nos habían pasado desapercibidos. Como Mendel, Darwin tomó unas islillas abandonadas y casi vírgenes para usarlas como fuente de su investigación y para poder hacer comparaciones entre las especies de manera que, poco a poco, fue dándole forma a una teoría que, si aún no es totalmente aceptada, imaginen la reacción que tuvo la gente de su tiempo al escucharla. Selección natural, evolución, adaptación, circunstancias locales que condicionan a una especie a cambiar a desaparecer son unos de los cuantos temas que ahora son considerados indiscutibles pero que antes de Darwin nadie había podido plantear de manera tan extraordinaria como lo hizo éste en "El Origen de las Especies" (libro odiado por la mayoría de los que se vieron obligados a leerlo en secundaria pero que, sugiero, puedan darle una hojeada ahora que sus mentes son más, aparentemente, maduras para poder darse cuenta que realmente puede ser delicioso leer lo que escribió un viejito barbudo y gruñón). Hoy se celebran 200 años de un hombre que, si no me equivoco, está en el infierno dado que sigue en la lista de excomulgados por la iglesia católica como Papini, Hobbes y muchos más.
Gracias Charles por todo lo que nos legaste, por el conocimiento y el ímpetu de búsqueda de algo nuevo, si bien te tenía mucho más presente cuando era joven, también es cierto que siempre que leo algo sobre tí lo hago con una sonrisa, espero que el infierno no sea muy caliente, pero creo que puedes sentirte satisfecho por la repercusión que has logrado con tus palabras, de nuevo, infinitas gracias.
Gracias Charles por todo lo que nos legaste, por el conocimiento y el ímpetu de búsqueda de algo nuevo, si bien te tenía mucho más presente cuando era joven, también es cierto que siempre que leo algo sobre tí lo hago con una sonrisa, espero que el infierno no sea muy caliente, pero creo que puedes sentirte satisfecho por la repercusión que has logrado con tus palabras, de nuevo, infinitas gracias.
martes, 10 de febrero de 2009
Que laaargo post...
Dado que cada vez serán las entradas más esporádicas, el tiempo apremia y no me permite largos ratos de ocio, quiero esmerarme en plasmar algo que realmente muestre lo que pienso y siento en este momento.
Las crisis existenciales son una constante en la vida de cualquier joven de clase media que nunca se ha visto en la necesidad de trabajar, pagar recibos, tener que preocuparse por tener que comer cada día y demás cosas que hacen que las personas se ubiquen en su realidad y se den cuenta de que su vida es mucho más placentera que la de la mayoría de la gente, especialmente en un país como éste. Sin embargo, también es cierto que muchas veces podemos observar que lo que nos rodea no nos satisface porque esa visión de vida de "hormiga trabajadora" es algo totalmente inaceptable para alguien que tenga una meta un poco más alta que respirar, comer, coger y dormir. Es frustrante que cada vez más estamos condicionados a nuestros sentidos como medida de la importancia de nuestras acciones, la búsqueda del reconocimiento externo obviamente nunca deja de estar presente, pero no por ello debe esto convertirse en el origen de aceptación y validez de nuestras acciones.
Muchas veces he pensado en lo injusto que resulta el devenir de todo en la realidad que vivo. Un albañil puede partirse la madre por más de 10 horas diarias, tener que arriesgar su vida en dicho empleo, ver como él y sus compañeros terminan siendo los artífices de una obra maravillosa y espectacular, recordemos que si bien un arquitecto lo diseña todo sería una utopía sin alguien que lo construyera y ya quisiera ver a una multitud de arquitectos intentando mover bloques de cemento con sus debiluchos brazos, para que al final reciba una paga miserable, un vistazo misericordioso, a lo mucho, del hombre que le paga, para posteriormente ir a un supermercado lleno de mezcla y pintura para comprar con sus compañeros unas latas de chiles, frijoles y medio kilo de tortillas mientras la gente que los rodea los mira como intentando desaparecerlos de su existencia o, por lo menos, deseando que nunca se hubiera cruzado en su vista tan asqueroso esperpento como puede llegar a ser un albañil en su ropa de trabajo. Todos hemos caído en el error del prejuicio, desgraciadamente es uno de mis mayores defectos, pero lo que nunca me ha sucedido es que pueda llegar a menospreciar el trabajo de alguien afirmando que su paga es directamente proporcional a su esfuerzo. Es insultante escuchar como llaman "artista" a cualquier idiota que hace una actuación mediocre en una telenovela asquerosa y mal escrita, seres humanos sin estudios, muchos llegados como inmigrantes de Cuba, Venezuela o Colombia ya que en estos países nunca destacaron por su falta de capacidad "histriónica", con altivez pueden tratar a las personas como si ni siquiera fueran sus iguales, pensando que por usar unos lentes oscuros y gorra están ocultando su desulmbrante imagen para que no se gaste y sentir que están haciendo una obra maestra cada vez que presentan su rostro lleno de maquillaje ante una cámara de televisión. No sé que opinen los demás, yo la verdad creo que actuar es un arte efectivamente cuando lo hacen bien, pero para mi no hay gran diferencia en el esfuerzo que puede hacer un albañil con el que llega a hacer un histrión frente a un auditorio, y digo que no hay diferencia porque sé que debe ser desgastante estar 6 meses seguidos teniendo llamado a cualquier hora del día siendo prisionero del guionista y del productor dejando por completo tu vida de lado aunque obviamente uno tiene mucho más esfuerzo físico y el segundo más esfuerzo mental, por lo menos para los que aún se aprenden sus parlamentos, pero ya que llegamos al punto de encuentro entre ambos oficios entonces es cuando me pregunto, retóricamente por supuesto: ¿No es exhorbitante la diferencia de sueldos entre ambas profesiones?, ¿Es que acaso tener talento para algo poco redituable es un pecado en estos días?
Son muchísimas las cosas que hoy en día no dejan y más las que, sin ser entendidas y sí, me estoy dando por aludido, son asumidas por la gente como inservibles o pasadas de moda.
La gente que me conoce sabe que, sin ánimo de sonar humilde, he reconocido que mi intelecto no es el más superior de la gente que me rodea, y mucho menos confío en tener una inteligencia con la cual podría vivir ya que podría dedicarme a cualquier cosa, sí, siento que tengo mis fuerzas pero también debilidades, sí, siento que si me esfuerzo puedo lograr lo que me propongo, cosa que una persona de gran intelecto no necesitaría porque muchas veces con el solo hecho de tener una virtud de tales características puede salir avante sin siquiera aplicarse al 100% sobre algo, sí, me considero culto, porque mi esfuerzo me ha costado, no desperté una noche disfrutando de La Bohème y comprendiendo las metáforas y el oxímoron de Baudelaire en sus obras poéticas, creo que la gente piensa que el ser alguien cultivado implica una cualidad innata que Dios me otorgó porque le caí rebien cuando me vió por ahí un día, si conozco sobre cosas y domino temas que son considerados "interesantes y cultos" es porque mis tardes y noches no las pasaba en la vil ociosidad, cosa que no considera nadie cuando piensa "hay que listo es", creo que cualquier persona podría ser culta si le dedicara el tiempo pertinente a ello, pero parece que piensan que por eso puede juzgarse mi intelecto que no va más allá del de una persona un poco menos idiota el del grueso de la población, pero bueno, todo esto, retomando el punto de inicio de este extraño y revuelto post, es que me doy cuenta que las personas son cada vez más "aplaudidoras" y menos "participativas", me refiero a que podemos mirar a alguien con devoción sin darnos cuenta de lo sencillo que es hacer las estupideces que esa persona está haciendo, y cada vez más menospreciamos a los que hacen cosas que ni con años de esfuerzo podríamos lograr nosotros, obviamente hablando del caso de un albañil.
¿Qué beneficio pensamos para nuestro país cuando estudiamos lo que estudiamos?, ¿Qué estamos haciendo por el mundo?, la ignorancia mas no la estupidez, como mucho tiempo pensé, es un mal que se está esparciendo no sólo por México sino por el mundo, carreras que están saturadas cuyo objetivo real aún resulta un enigma para mí. La visión de la mayoría que estudia este tipo de cosas, obviamente hay honrosas y plausibles excepciones, es salir del paso, meterse a un campo de trabajo saturado pero bondadoso y esperar que alguien descubra sus virtudes fascinantes de relacionista. Trágicamente cada día que pasa nos acercamos más a la muerte, y creo que eso nadie lo debería perder de vista, y cuando ese implacable momento llegue yo quiero preguntarme qué hice, qué logré, porque muchas veces hombres que ganan exhorbitantes sumas de dinero se van al olvido en menos de 5 años mientras que construcciones maravillosas, a pesar de que nadie piense en sus artífices cuando las observa, se mantendrán en pie durante siglos haciendo eco de los hombres que utilizaron sus manos para darle forma a tal obra de arte.
Creo que mi nota no llega a nada concreto, de hecho siempre uso este medio para desahogarme y no para proponer un cambio, he ahí un motivo de que no me considere alguien realmente inteligente, sin embargo, he pensado recientemente que la sociedad y los seres humanos somos, sí, metáfora rara y medio tonta pero creo que da resultado, como una orquesta sinfónica, auditorio y oyentes. Todos somos esenciales para que la obra de arte se lleve a cabo y cuando se ejecuta una sinfonía, todos tienen la misma importancia, los metales, las cuerdas, los instrumentos de percusión, incluso si un tambor tiene una sola aparición durante toda la obra es muchas veces un detalle musical que no podría por ningún motivo dejarse de lado, es parte esencial del desenvolvimiento de la música, así pues un director, por más que sea reconocido y visto como el más importante de todos, no sería nada sin todos esos músicos a su disposición, será un guía que coordina con las misma importancia que cualquiera de los presentes en la orquesta, y aún con todo ello, nada serían sin oyentes prestos a poner su atención y hacer de la obra un intercambio magnífico, y, para rematar, tener un lugar que tenga la facilidad de acústica y que haga de toda la experiencia algo memorable. Creo que así funciona la vida, aún hasta aquel que nos parece más insignificante es parte esencial del mundo y del desenvolvimiento del mismo, cada parte es importante y creo que es algo que los "directores de orquesta" económicamente hablando han perdido de vista desde hace mucho tiempo. Dejemos pues de pensar que sólo siendo un director, hablando metafóricamente ya que yo siempre he admirado a aquellos hombres de la batuta, se puede ser realmente "importante" y "alguien en la vida", porque al final de cuentas, el tiempo será el que ubique a cada quien en su lugar correspondiente.
Las crisis existenciales son una constante en la vida de cualquier joven de clase media que nunca se ha visto en la necesidad de trabajar, pagar recibos, tener que preocuparse por tener que comer cada día y demás cosas que hacen que las personas se ubiquen en su realidad y se den cuenta de que su vida es mucho más placentera que la de la mayoría de la gente, especialmente en un país como éste. Sin embargo, también es cierto que muchas veces podemos observar que lo que nos rodea no nos satisface porque esa visión de vida de "hormiga trabajadora" es algo totalmente inaceptable para alguien que tenga una meta un poco más alta que respirar, comer, coger y dormir. Es frustrante que cada vez más estamos condicionados a nuestros sentidos como medida de la importancia de nuestras acciones, la búsqueda del reconocimiento externo obviamente nunca deja de estar presente, pero no por ello debe esto convertirse en el origen de aceptación y validez de nuestras acciones.
Muchas veces he pensado en lo injusto que resulta el devenir de todo en la realidad que vivo. Un albañil puede partirse la madre por más de 10 horas diarias, tener que arriesgar su vida en dicho empleo, ver como él y sus compañeros terminan siendo los artífices de una obra maravillosa y espectacular, recordemos que si bien un arquitecto lo diseña todo sería una utopía sin alguien que lo construyera y ya quisiera ver a una multitud de arquitectos intentando mover bloques de cemento con sus debiluchos brazos, para que al final reciba una paga miserable, un vistazo misericordioso, a lo mucho, del hombre que le paga, para posteriormente ir a un supermercado lleno de mezcla y pintura para comprar con sus compañeros unas latas de chiles, frijoles y medio kilo de tortillas mientras la gente que los rodea los mira como intentando desaparecerlos de su existencia o, por lo menos, deseando que nunca se hubiera cruzado en su vista tan asqueroso esperpento como puede llegar a ser un albañil en su ropa de trabajo. Todos hemos caído en el error del prejuicio, desgraciadamente es uno de mis mayores defectos, pero lo que nunca me ha sucedido es que pueda llegar a menospreciar el trabajo de alguien afirmando que su paga es directamente proporcional a su esfuerzo. Es insultante escuchar como llaman "artista" a cualquier idiota que hace una actuación mediocre en una telenovela asquerosa y mal escrita, seres humanos sin estudios, muchos llegados como inmigrantes de Cuba, Venezuela o Colombia ya que en estos países nunca destacaron por su falta de capacidad "histriónica", con altivez pueden tratar a las personas como si ni siquiera fueran sus iguales, pensando que por usar unos lentes oscuros y gorra están ocultando su desulmbrante imagen para que no se gaste y sentir que están haciendo una obra maestra cada vez que presentan su rostro lleno de maquillaje ante una cámara de televisión. No sé que opinen los demás, yo la verdad creo que actuar es un arte efectivamente cuando lo hacen bien, pero para mi no hay gran diferencia en el esfuerzo que puede hacer un albañil con el que llega a hacer un histrión frente a un auditorio, y digo que no hay diferencia porque sé que debe ser desgastante estar 6 meses seguidos teniendo llamado a cualquier hora del día siendo prisionero del guionista y del productor dejando por completo tu vida de lado aunque obviamente uno tiene mucho más esfuerzo físico y el segundo más esfuerzo mental, por lo menos para los que aún se aprenden sus parlamentos, pero ya que llegamos al punto de encuentro entre ambos oficios entonces es cuando me pregunto, retóricamente por supuesto: ¿No es exhorbitante la diferencia de sueldos entre ambas profesiones?, ¿Es que acaso tener talento para algo poco redituable es un pecado en estos días?
Son muchísimas las cosas que hoy en día no dejan y más las que, sin ser entendidas y sí, me estoy dando por aludido, son asumidas por la gente como inservibles o pasadas de moda.
La gente que me conoce sabe que, sin ánimo de sonar humilde, he reconocido que mi intelecto no es el más superior de la gente que me rodea, y mucho menos confío en tener una inteligencia con la cual podría vivir ya que podría dedicarme a cualquier cosa, sí, siento que tengo mis fuerzas pero también debilidades, sí, siento que si me esfuerzo puedo lograr lo que me propongo, cosa que una persona de gran intelecto no necesitaría porque muchas veces con el solo hecho de tener una virtud de tales características puede salir avante sin siquiera aplicarse al 100% sobre algo, sí, me considero culto, porque mi esfuerzo me ha costado, no desperté una noche disfrutando de La Bohème y comprendiendo las metáforas y el oxímoron de Baudelaire en sus obras poéticas, creo que la gente piensa que el ser alguien cultivado implica una cualidad innata que Dios me otorgó porque le caí rebien cuando me vió por ahí un día, si conozco sobre cosas y domino temas que son considerados "interesantes y cultos" es porque mis tardes y noches no las pasaba en la vil ociosidad, cosa que no considera nadie cuando piensa "hay que listo es", creo que cualquier persona podría ser culta si le dedicara el tiempo pertinente a ello, pero parece que piensan que por eso puede juzgarse mi intelecto que no va más allá del de una persona un poco menos idiota el del grueso de la población, pero bueno, todo esto, retomando el punto de inicio de este extraño y revuelto post, es que me doy cuenta que las personas son cada vez más "aplaudidoras" y menos "participativas", me refiero a que podemos mirar a alguien con devoción sin darnos cuenta de lo sencillo que es hacer las estupideces que esa persona está haciendo, y cada vez más menospreciamos a los que hacen cosas que ni con años de esfuerzo podríamos lograr nosotros, obviamente hablando del caso de un albañil.
¿Qué beneficio pensamos para nuestro país cuando estudiamos lo que estudiamos?, ¿Qué estamos haciendo por el mundo?, la ignorancia mas no la estupidez, como mucho tiempo pensé, es un mal que se está esparciendo no sólo por México sino por el mundo, carreras que están saturadas cuyo objetivo real aún resulta un enigma para mí. La visión de la mayoría que estudia este tipo de cosas, obviamente hay honrosas y plausibles excepciones, es salir del paso, meterse a un campo de trabajo saturado pero bondadoso y esperar que alguien descubra sus virtudes fascinantes de relacionista. Trágicamente cada día que pasa nos acercamos más a la muerte, y creo que eso nadie lo debería perder de vista, y cuando ese implacable momento llegue yo quiero preguntarme qué hice, qué logré, porque muchas veces hombres que ganan exhorbitantes sumas de dinero se van al olvido en menos de 5 años mientras que construcciones maravillosas, a pesar de que nadie piense en sus artífices cuando las observa, se mantendrán en pie durante siglos haciendo eco de los hombres que utilizaron sus manos para darle forma a tal obra de arte.
Creo que mi nota no llega a nada concreto, de hecho siempre uso este medio para desahogarme y no para proponer un cambio, he ahí un motivo de que no me considere alguien realmente inteligente, sin embargo, he pensado recientemente que la sociedad y los seres humanos somos, sí, metáfora rara y medio tonta pero creo que da resultado, como una orquesta sinfónica, auditorio y oyentes. Todos somos esenciales para que la obra de arte se lleve a cabo y cuando se ejecuta una sinfonía, todos tienen la misma importancia, los metales, las cuerdas, los instrumentos de percusión, incluso si un tambor tiene una sola aparición durante toda la obra es muchas veces un detalle musical que no podría por ningún motivo dejarse de lado, es parte esencial del desenvolvimiento de la música, así pues un director, por más que sea reconocido y visto como el más importante de todos, no sería nada sin todos esos músicos a su disposición, será un guía que coordina con las misma importancia que cualquiera de los presentes en la orquesta, y aún con todo ello, nada serían sin oyentes prestos a poner su atención y hacer de la obra un intercambio magnífico, y, para rematar, tener un lugar que tenga la facilidad de acústica y que haga de toda la experiencia algo memorable. Creo que así funciona la vida, aún hasta aquel que nos parece más insignificante es parte esencial del mundo y del desenvolvimiento del mismo, cada parte es importante y creo que es algo que los "directores de orquesta" económicamente hablando han perdido de vista desde hace mucho tiempo. Dejemos pues de pensar que sólo siendo un director, hablando metafóricamente ya que yo siempre he admirado a aquellos hombres de la batuta, se puede ser realmente "importante" y "alguien en la vida", porque al final de cuentas, el tiempo será el que ubique a cada quien en su lugar correspondiente.
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