viernes, 12 de diciembre de 2008

El cambio que puede inspirar "un simple poema"

Después de mucho tiempo sin publicar, no creo que sea algo molesto para nadie y mucho menos sorpresivo, decidí expresar en unas cuantas líneas una idea que ha estado rondando mi cabeza por ya varias semanas.
Ludwig van Beethoven siempre fue un misántropo despectivo que pocas veces llegaba a tener una verdadera amistad con alguien. Su genialidad no puede simplemente opacar su carácter, era un ser definitivamente difícil de trato por las descripciones que sus contemporáneos hacen de él. Como bien es conocido por la mayoría de la gente, éste individuo antipático y grosero creó la Oda más conocida de todos los tiempos, el popular y conocido Himno a la Alegría, incluído en el 4to movimiento de su, a mi juicio, obra maestra, la Novena Sinfonía también llamada "Coral". Beethoven se inspiró en un poema escrito por Friedrich Schiller, hombre poco reconocido por su obra pero más recordado, injustamente, por su relación con Goethe, y tomó los versos de éste para crear su espectácular himno. Leyendo un artículo me puse a pensar como era posible que alguien que despreciaba a las personas por su ignorancia, que no toleraba el trato con el pópulo y que gustaba más de la soledad que de la compañía pudiera haber hecho un himno a la hermandad y fraternidad humanas. Mi respuesta a mi pregunta mental (qué estúpido) fue la siguiente: Beethoven nunca perdió la confianza en el hombre como entidad, el hombre como asociación, como pueblo, como raza. Beethoven fue un alemán que contrastó enormemente como el pensamiento nazista que se desarrollaría décadas después en su país. Beethoven fue un hombre entregado al placer de la música porque pude notar que a través de ella se podían expresar de manera universal los pensamientos más bellos que puede tener alguien, y él, como el genio que fue, supo plasmar en un lenguaje universal algo que los hombres hemos perdido desde hace muchísimo tiempo, la idea de igualdad, el hecho de que todos somos seres humanos, que a pesar de la diferencia y el marcado contraste que existe al final de cuentas todos somos parte de la misma raza, del mismo pueblo. Beethoven, y al mentarlo por cuarta vez concluyo, fue un hombre que no pensó en el individuo que tenía al lado, sino en una humanidad que lo rodeaba y la fuerza que podía alcanzar ésta si algún día decide recordar la verdad más poderosa y necesaria, todos somos iguales.

3 comentarios:

Mariel dijo...

queridísimo desconocido, que realmente no conozco a pesar de una potencial relación cercana o lejana con Cecilia... ¿cómo te va?. Me encontré, hace unos momentos, con tu comentario que rondaba mi blog y decidí darme una vuelta por el tuyo... sólo para felicitarte por tu última entrada, me gustó mucho, siempre es grato leer algo que viene de una persona cuyo IQ supera el 0.X porcentual(o al menos eso aparenta) y que se toma la molestia de analizar las cosas más allá de la mera evidencia con la que se exponen... un gusto leerte, espero que lo hagamos más seguido.

PS. aquel que puede escribir música, pensar y trascender como Beethoven, se puede dar el lujo de llevar el despotismo a los extremos más inpensables.

Ccy dijo...

Así como ayer lo comentabas, y algún día te contesté... me es más fácil odiar al ente humano que a la humanidad entera y lo que esto representa.
A qué grado llega eso? Perfectamente en la novena de Beethoven.

Me alegra de cierta forma que Mariel y tú se hayan contactado por "Cecilia" (nunca dejaré de sentir que al llamarme de esa manera y no por mi diminutivo me están regañando).

Saludos por aquí

Mister Lombreeze dijo...

Qué bello post.
Aunque puede que Beethoven le cantara a su propio mundo idealizado, quien sabe.

 


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