domingo, 14 de diciembre de 2008
Acerca de un músico poeta...
Hasta hace poco tiempo no había prestado mucha atención a Schubert, los mejores Lieder que había encontrado en mi vida eran aquéllos pesimistas y poco alentadores que Mahler se había encargado de componer, sin embargo, un amigo cuyo juicio considero bastante confiable, me hizo una recomendación, sin hacérmela literalmente, al hablarme sobre el Winterreise, famoso ciclo de canciones compuestas para piano y voz como, normalmente, los Lieder suelen ser. El haberlos escuchado antes sin prestarle mayor atención a la letra me hizo considerarlos simplemente un ciclo melódico más que se integraba a los compuesto por Poulenc y los ya mencionados Mahlerianos como parte de un disfrutable repertorio para un día lluvioso. Gracias a este amigo al cual refiero decidí examinar con más atención la letra (en el alemán original y una traducción al inglés que incluye el booklet del disco que tengo sobre estas canciones, interpretación de mi gran ídolo, el barítono alemán Dietrich Fischer-Dieskau y su infaltable compañía al piano, salvo contadas excepciones, Gerald Moore en una remasterización de precio risible ante la calidad del material conseguido) pude darme cuenta de la profundidad que plasmó Schubert en cada Lied. El invierno es crudo, pero éste solo es un pretexto para mostrar la añoranza del verano que, dependiendo de la canción, representa distintas cosas que me considero incapaz de, siquiera, hacer una interpretación sobre ellas. Supongo que la interpretación ante la falta de profundidad depende del escucha, y, para mi, cada canción me hace sentir identificado de distinta manera, por citar un ejemplo, ese Lindenbaum (árbol de lima) del cual habla en un Lied puede ser desde el lugar de origen que uno ha abandonado para después regresar y ver que nos sigue esperando un hogar hasta, en mi opinión y mi preferencia, una sensación de pérdida al darse cuenta del tiempo que ha escapado y todo lo que uno ha ido perdiendo con él, pero que finalmente existe esperanza cuando uno analiza que el recuerdo siempre será una sombra que nos seguirá brindando un lugar para sentirnos mejor. Obviamente creo que mi interpretación sobre sus palabras es una basura en comparación al verdadero contenido que Schubert puso en cada obra de este conjunto en específico, pero por lo menos me hace sentir bien poder encontrar identificación con las palabras de un hombre que, extrañamente, combinó la poesía con la música magistral.
viernes, 12 de diciembre de 2008
El cambio que puede inspirar "un simple poema"
Después de mucho tiempo sin publicar, no creo que sea algo molesto para nadie y mucho menos sorpresivo, decidí expresar en unas cuantas líneas una idea que ha estado rondando mi cabeza por ya varias semanas.
Ludwig van Beethoven siempre fue un misántropo despectivo que pocas veces llegaba a tener una verdadera amistad con alguien. Su genialidad no puede simplemente opacar su carácter, era un ser definitivamente difícil de trato por las descripciones que sus contemporáneos hacen de él. Como bien es conocido por la mayoría de la gente, éste individuo antipático y grosero creó la Oda más conocida de todos los tiempos, el popular y conocido Himno a la Alegría, incluído en el 4to movimiento de su, a mi juicio, obra maestra, la Novena Sinfonía también llamada "Coral". Beethoven se inspiró en un poema escrito por Friedrich Schiller, hombre poco reconocido por su obra pero más recordado, injustamente, por su relación con Goethe, y tomó los versos de éste para crear su espectácular himno. Leyendo un artículo me puse a pensar como era posible que alguien que despreciaba a las personas por su ignorancia, que no toleraba el trato con el pópulo y que gustaba más de la soledad que de la compañía pudiera haber hecho un himno a la hermandad y fraternidad humanas. Mi respuesta a mi pregunta mental (qué estúpido) fue la siguiente: Beethoven nunca perdió la confianza en el hombre como entidad, el hombre como asociación, como pueblo, como raza. Beethoven fue un alemán que contrastó enormemente como el pensamiento nazista que se desarrollaría décadas después en su país. Beethoven fue un hombre entregado al placer de la música porque pude notar que a través de ella se podían expresar de manera universal los pensamientos más bellos que puede tener alguien, y él, como el genio que fue, supo plasmar en un lenguaje universal algo que los hombres hemos perdido desde hace muchísimo tiempo, la idea de igualdad, el hecho de que todos somos seres humanos, que a pesar de la diferencia y el marcado contraste que existe al final de cuentas todos somos parte de la misma raza, del mismo pueblo. Beethoven, y al mentarlo por cuarta vez concluyo, fue un hombre que no pensó en el individuo que tenía al lado, sino en una humanidad que lo rodeaba y la fuerza que podía alcanzar ésta si algún día decide recordar la verdad más poderosa y necesaria, todos somos iguales.
Ludwig van Beethoven siempre fue un misántropo despectivo que pocas veces llegaba a tener una verdadera amistad con alguien. Su genialidad no puede simplemente opacar su carácter, era un ser definitivamente difícil de trato por las descripciones que sus contemporáneos hacen de él. Como bien es conocido por la mayoría de la gente, éste individuo antipático y grosero creó la Oda más conocida de todos los tiempos, el popular y conocido Himno a la Alegría, incluído en el 4to movimiento de su, a mi juicio, obra maestra, la Novena Sinfonía también llamada "Coral". Beethoven se inspiró en un poema escrito por Friedrich Schiller, hombre poco reconocido por su obra pero más recordado, injustamente, por su relación con Goethe, y tomó los versos de éste para crear su espectácular himno. Leyendo un artículo me puse a pensar como era posible que alguien que despreciaba a las personas por su ignorancia, que no toleraba el trato con el pópulo y que gustaba más de la soledad que de la compañía pudiera haber hecho un himno a la hermandad y fraternidad humanas. Mi respuesta a mi pregunta mental (qué estúpido) fue la siguiente: Beethoven nunca perdió la confianza en el hombre como entidad, el hombre como asociación, como pueblo, como raza. Beethoven fue un alemán que contrastó enormemente como el pensamiento nazista que se desarrollaría décadas después en su país. Beethoven fue un hombre entregado al placer de la música porque pude notar que a través de ella se podían expresar de manera universal los pensamientos más bellos que puede tener alguien, y él, como el genio que fue, supo plasmar en un lenguaje universal algo que los hombres hemos perdido desde hace muchísimo tiempo, la idea de igualdad, el hecho de que todos somos seres humanos, que a pesar de la diferencia y el marcado contraste que existe al final de cuentas todos somos parte de la misma raza, del mismo pueblo. Beethoven, y al mentarlo por cuarta vez concluyo, fue un hombre que no pensó en el individuo que tenía al lado, sino en una humanidad que lo rodeaba y la fuerza que podía alcanzar ésta si algún día decide recordar la verdad más poderosa y necesaria, todos somos iguales.
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